Proponemos una mirada amorosa a las “dificultades” de aprendizaje, una mirada llena de posibilidades, una mirada desde el respeto absoluto al niño/a y su familia , a su contexto,… una mirada de cariño y éxito.
Con esta mirada la palabra fracaso se sustituye por potencial, ofrecemos a cada persona nuevas posibilidades y oportunidades para “integrarse” y “orientarse” mejor, para así poder aprender de una forma más eficaz.
Una mirada abarcadora de cada persona en su contexto escolar y sobre todo familiar, pues es la familia en su conjunto la que ríe y llora los éxitos y los “fracasos” de sus miembros.
En el mundo “real” la palabra “fracaso” lo invade todo...
¿Fracaso de quién?... ¡se busca un culpable!... los padres, los hijos, la familia, el sistema escolar, la profe, el catedrático, ...
¿Fracaso de qué?... del método, de la falta de motivación, del centro escolar...
¿Fracaso por qué?.... no atiende, es hiperactivo, tiene dislexia, es un vago, sus padres no le hacen caso, su profe es una “bruja”, le suspenden...
¡Etiquetas, etiquetas, etiquetas!
Pero… realmente ¿están nuestros/as alumnos/as preparados para aprender?
El aprendizaje de las primeras grafías de nuestro nombre es, en un símil para el adulto, como el aprendizaje del chino, que ni sabes cómo pintarlo, ni cómo se pronuncia, ni su significado. La copia y la repetición inicial va dotando poco a poco de significado a “esos signos” que se supone que indican su nombre.
Esta primera conquista requiere habilidades de motricidad fina, visión y audición ya incipientemente integradas para que resulten ser un aprendizaje real. De la copia a la lectura la memoria debe integrar y relacionar las grafías entre sí formando sílabas y palabras. Y cuando se trata de escritura espontánea muchas más habilidades entran en juego, pues el pensamiento tiene que convertirse en grafías e incorporar la sintaxis y el orden en la escritura.
Las matemáticas ingresan como un nuevo lenguaje, un idioma con nuevos símbolos, y una relación diferente entre ellos, donde el lugar de una cifra cambia su valor, el orden para calcular sigue la dirección contraria a la “insistida” hasta ahora. ¡Menudo lío! para infantes que quieren seguir jugando y aprendiendo a través de su experiencia directa hasta que su propia curiosidad les lleve a necesitar de la lectoescritura y el cálculo.
Todo este proceso se realiza en ocasiones de forma muy precipitada y sin que los niños tengan la madurez cerebral necesaria para integrar los aprendizajes. Si así sucede la desmotivación está servida, aprender deja de ser divertido. Es importante por ello preparar al niño para aprender y ofrecerle actividades que le motiven a seguir haciéndolo.